"Era una noche oscura y tormentosa. Lechuga corría por el bosque... asustaba, un lobo la perseguía muy de cerca, tanto que un momento estuvo a punto de alcanzarla y darle un tremendo mordisco con sus enormes colmillos. Lechuga logró escaparse de ese ataque y corrió, corrió, corrió por entre los árboles y la maleza buscando una salvación... Estaba agotada y cuando una jauría de lobos (seguro los otros se habían unido al primero durante la persecución) estaba a punto de darle alcance... Lechuga encontró una madriguera de conejos, entró en ella y... se salvó". Al menos eso es lo que mi hijo de 3 años me contó el otro día. Yo, la verdad, creo que a la pobre Lechuga le habría ido mejor con los lobos; para qué estamos con cosas, al primer mordisco la habrían dejado libre, pero con los conejos.... como sea, a mi niño le encanta inventar historias y cuentos, especialmente de terror y estaba tan concentrado contándome éste que no iba a interrumpirlo con acotaciones intrascendentes (para él, no para la protagonista). Existe otra versión en la que huía con su amiga Berenjena, pero la primera es la mejor.
Me encanta oírlo y verlo contar sus historias, entrecierra los ojos, levanta las manos lentamente y pone voz de circunstancia. Mirarlo es genial. A veces me pregunto cómo cabe en su habitación con tanto amigo imaginario que tiene, porque deben saber que en ella viven el Baboteo, Quisquibilías, Cascabeleas y la vaca Telebrosa. El baboteo no tengo muy claro lo que es, lo mismo con los otros dos siguientes; la vaca Telebrosa es una vaca negra que vive debajo de la cama asustando gente y que come quizás qué (no he tratado de averiguarlo). El último del que supe, (pero ése vive en el patio por suerte), y que, según mi hijo, le da miedo, fue el Turmalino, que es un geco negro con muchos muchos ojos en la espalda y una boca en la cola.... Sí, a mi también me dio susto.